sábado, 19 de enero de 2013

Isla Bonita




ISLA BONITA


 

En uno de mis paseos por mi país, Ecuador; llegué a Muisne (a una hora y media de Esmeraldas hacia el sur). Estando allí me contactó un lugareño que ofrecía paseos al “Mejor lugar del mundo”, como decía Don Quiño (apodado así por su apellido: Quiñonez), un personaje por demás auténtico y carismático, quien además era pescador.

Luego de acceder por una módica cantidad de dinero, nos dirigimos a la Isla. Fueron 25 minutos de experiencias interesantísimas ya que en el trayecto uno puede observar aves rodeándote en el cielo esperando su comida (gaviotas y fragatas piensan que son lanchas de pesca), también se puede ver de cerca el mangle junto con su fauna y flora propias de la zona. En el camino se encuentran un par de casonas que según mi guía turístico pertenecen a un extranjero que vive en la zona y quiere hospedar a turistas allí.

En algunas épocas del año, esa parte del manglar se seca un poco, lo cual ocurría cuando fui, por lo que en ciertas partes debíamos ir despacio para no chocarnos con un montículo de arena.   
Ya en la entrada (desde el brazo de mar) a la Isla, Don Quiño me sugirió que fuera caminando hacia el otro lado por la isla de arena, no lo entendí muy bien pero no quise perderme nada. Al hacerlo pude notar a lo lejos unas manchas rojas en toda la superficie, eran cangrejos rojos que se movilizaban con toda rapidez abriendo camino mientras pasaba, fue hermoso ver como la naturaleza se juntaba con total libertad.

Al llegar al otro lado, el mar era un sueño. Agua transparente, olas suaves como una piscina y una tranquilidad única, que para quienes vivimos en la convulsionada ciudad, es todo un paraíso. Allí pude disfrutar de la playa para mí sola  y descansar.

Luego recordé que Don Quiño me habló de pedir comida en una de las casitas de la Isla (existen 3 o 4 en toda el área), lo hice. Era una vivienda sencilla, que ofrecía a los escasos visitantes un plato de comida, de su propio menú.
Quitarse la sal del mar con baldes de agua proporcionados por los lugareños, fue algo interesante y el inicio de mi hora de almuerzo.
Los platos que sirven allí, como podrán imaginarlo, son mariscos frescos como: cangrejo, camarón, etc. preparados con una exquisito sabor.

Al final de mi paseo, pude descubrir una vez más lo maravilloso de conocer otro lugar paradisiaco y desconocido por la mayoría. Es realmente fascinante encontrarse con tan bellos, simples pero a la vez tan grandiosos lugares.

¿Conoces lugares así?