ISLA BONITA
En uno de mis paseos por mi país, Ecuador; llegué a Muisne (a una hora y media de Esmeraldas hacia el sur). Estando allí me contactó un lugareño que ofrecía paseos al “Mejor lugar del mundo”, como decía Don Quiño (apodado así por su apellido: Quiñonez), un personaje por demás auténtico y carismático, quien además era pescador.
Luego de acceder por una módica
cantidad de dinero, nos dirigimos a la Isla. Fueron 25 minutos de experiencias
interesantísimas ya que en el trayecto uno puede observar aves rodeándote en el
cielo esperando su comida (gaviotas y fragatas piensan que son lanchas de
pesca), también se puede ver de cerca el mangle junto con su fauna y flora
propias de la zona. En el camino se encuentran un par de casonas que según mi guía
turístico pertenecen a un extranjero que vive en la zona y quiere hospedar a
turistas allí.
En algunas épocas del año, esa parte
del manglar se seca un poco, lo cual ocurría cuando fui, por lo que en ciertas
partes debíamos ir despacio para no chocarnos con un montículo de arena.
Ya en la entrada (desde el brazo de
mar) a la Isla, Don Quiño me sugirió que fuera caminando hacia el otro lado por
la isla de arena, no lo entendí muy bien pero no quise perderme nada. Al
hacerlo pude notar a lo lejos unas manchas rojas en toda la superficie, eran
cangrejos rojos que se movilizaban con toda rapidez abriendo camino mientras
pasaba, fue hermoso ver como la naturaleza se juntaba con total libertad.
Al llegar al otro lado, el mar era un
sueño. Agua transparente, olas suaves como una piscina y una tranquilidad
única, que para quienes vivimos en la convulsionada ciudad, es todo un paraíso.
Allí pude disfrutar de la playa para mí sola
y descansar.
Luego recordé que Don Quiño me habló
de pedir comida en una de las casitas de la Isla (existen 3 o 4 en toda el área),
lo hice. Era una vivienda sencilla, que ofrecía a los escasos visitantes un
plato de comida, de su propio menú.
Quitarse la sal del mar con baldes de
agua proporcionados por los lugareños, fue algo interesante y el inicio de mi
hora de almuerzo.
Los platos que sirven allí, como podrán
imaginarlo, son mariscos frescos como: cangrejo, camarón, etc. preparados con
una exquisito sabor.
Al final de mi paseo, pude descubrir
una vez más lo maravilloso de conocer otro lugar paradisiaco y desconocido por
la mayoría. Es realmente fascinante encontrarse con tan bellos, simples pero a
la vez tan grandiosos lugares.
¿Conoces lugares así?
No hay comentarios:
Publicar un comentario